miércoles, 25 de noviembre de 2015

LAS REVOLUCIONES LIBERALES DEL SIGLO XIX. VISIÓN GLOBAL.

     El siguiente mapa conceptual y gráfico nos permite tener una visión de conjunto del ciclo revolucionario del siglo XIX. De 1820 a 1848 diversos países europeos (y la América hispana y portuguesa), serán escenario de revoluciones políticas que, en algunos casos, contienen tanto reivindicaciones liberales como nacionalistas y que acabarán destruyendo el sistema impuesto en Viena por las potencias absolutistas que habían derrotado a Napoleón. 
   La lucha contra el Antiguo Régimen continúa en aquellos países que ya habían conocido el liberalismo en la época del Imperio Napoleónico o en aquellos otros, como Rusia, donde persiste. En Francia, que vuelve a ser el epicentro de la revolución, los acontecimientos supondrán: primero la caída de la monarquía borbónica (1830) y, en 1848, la caída de la Monarquía y la proclamación de la República.
   La irrupción de los obreros (en aumento como consecuencia de la industrialización) en la escena de las luchas políticas, con reivindicaciones diferenciadas de la burguesía, abre un nuevo capítulo en las revoluciones posteriores, que ya no podrán eludir el componente socialista. La burguesía y el proletariado, que habían combatido juntos contra el antiguo régimen, se separan una vez que el régimen liberal se consolida y, con él, se cumplen las aspiraciones de la burguesía, al menos en su vertiente moderada (liberalismo doctrinario). 
   1848 es un año capital para entender la evolución política y social de Europa hasta la Primera Guerra Mundial (1914), pues el liberalismo seguirá avanzando a la par que nacen otro conflictos y se anuncian las grandes rivalidades entre las viejas potencias (Gran Bretaña, Rusia, etc.) y las nuevas (Alemania, Italia) que surgen de los procesos de unificación política y emancipación nacional de la segunda mitad del siglo XIX.



   Los documentos han de servir como síntesis de todo este proceso de revoluciones que acabará con el triunfo de la burguesía, la consolidación del régimen liberal y del sistema capitalista y, como colofón nacionalista, con las unificaciones de Italia y Alemania, dos nuevos estados que alterarán profundamente los equilibrios territoriales establecidos en el Congreso de Viena en 1815.

martes, 24 de noviembre de 2015

LA RESTAURACIÓN: EL ORDEN EUROPEO POSTNAPOLEÓNICO

El siguiente MAPA CONCEPTUAL establece las líneas básicas del orden europeo postnapoleónico. El Congreso de Viena (1814-1815), como ya hemos visto, sentó las bases del concierto de las naciones hasta mediados del siglo XIX; aunque el objetivo de regresar al Antiguo Régimen tropezará con las fuertes resistencias que opondrán las fuerzas liberales y los movimientos nacionalistas, ambos despreciados por las potencias absolutistas que pretendieron volver a la utopía reaccionaria anterior a la Revolución Francesa de 1789. El ciclo revolucionario que se iniciará en fecha tan temprana como 1820, pone de manifiesto las dificultades señaladas. Por un lado, fracasan las potencias en su empeño de restablecer plenamente el absolutismo y, por otro, los revolucionarios no acabarán de consolidar sus avances.
     Esta es la historia de la primera mitad del s. XIX, una historia de avances y retrocesos, de luchas en las que los liberales y los absolutistas se enfrentarán a vida o muerte. Y, en medio, las reivindicaciones nacionalistas de los pueblos sin estado.

    Un esquema que representa el régimen político "restaurado" en Francia tras el regreso de los Borbones, en la persona de Luis XVIII. El llamado régimen de la "Carta otorgada" supone, más allá de la voluntad de sus protagonistas, un compromiso entre los que había sobrevivido a la revolución y al imperio y se habían beneficiado de algún modo (la gran burguesía, los propietarios agrícolas), y los que se vieron obligados a emigrar y ahora vuelven, la vieja aristocracia terrateniente, deseosa de recuperar su posición de poder y prestigio. Ambos grupos serán el auténtico sostén de este entramado jurídico y político, en cuya cúspide se sitúa, de nuevo, el rey, única fuente del poder "legítimo" en esta Francia postnapoleónica.

    La primera obra de Luis XVIII al subir al trono fue la promulgación de una Carta Otorgada, ley que emana de la autoridad real, pero que reconoce algunos derechos del pueblo (que no es lo mismo que una constitución, como ya hemos visto en clase). Las instituciones revolucionarias y napoleónicas se respetaron en su gran mayoría. La obra de reforma institucional napoleónica estuvo lejos de abolirse en su totalidad. Perduraron en Francia sus líneas maestras: la división departamental, con la centralización administrativa que comportaba, el Código Civil, la reforma fiscal, el Concordato, la organización de la enseñanza, etc. Luis XVIII puso en marcha una política conciliadora.
     La Carta convierte a Francia, de nuevo, en una Monarquía (seudo) Constitucional: El Rey posee el poder ejecutivo y el legislativo se cede a una Asamblea bicameral (senatorial): Pares, designados y con cargo hereditario; diputados, electos por sufragio censitario. Se trata, en definitiva, de la consagración del espíritu de 1791, en su vertiente conservadora, de un “pacto” entre la gran burguesía beneficiaria de la Revolución y la antigua aristocracia. El modelo político de la Inglaterra del s. XVII emerge ahora, después de décadas de turbulencias revolucionarias.

Y ahora un esquema general sobre LA RESTAURACIÓN, el nevo orden postnapoléonico:



domingo, 22 de noviembre de 2015

LES CONSEQÜÈNCIES DE L'IMPERIALISME NAPOLEÒNIC


L'esquema ens ofereix una aproximació global a les conseqüències de l'imperialisme napoleònic, destacant el seu paper en el despertar del nacionalisme. En el passat els estats (territoris i habitants) eren tinguts pels reis com propietat seva. Napoleó va demostrar que era possible remoure els fonaments de la monarquia i va col·locar en alguns trons de d'Europa a familiars seus (l'exemple d' Espanya). Les invasions napoleòniques van despertar en molts pobles una consciència nacional que abans no existia i que serà aprofitada per les elits burgeses per a liderar, com veurem, moviments polítics nacionalistes al llarg del segle XIX. D'altra banda, la difusió dels ideal revolucionaris, emanats de la Revolució Francesa (1789-1799), provocarà la crisi definitiva de l'antic règim i, molt pompte, la seua desaparició a tot el continent europeu.

El text escrit ens ofereix el punt de vista del propi Napoleó respecte al seu projecte imperial i els arguments que fa servir per a justificar-lo.

EL IMPERIO NAPOLEÓNICO: ESQUEMAS.




Aquí tenéis los esquemas que hemos utilizado en clase para explicar la consolidación de Napoleón en el poder y la expansión imperialista de Francia bajo su gobierno. Es importante no perder de vista los "logros" en el ámbito de la política interior: consolidación del legado de la Revolución, desde una perspectiva moderada (el espíritu del 1791) y pacificación interna (si bien gracias a la represión de los realistas y de los jacobinos). Las victorias militares y el prestigio que éstas le concedieron, dentro y fuera de Francia, ayudan a explicar el fulgurante ascenso de Napoleón; por eso, cuando las derrotas militares minen su autoridad y prestigio, el imperio francés se desmoronará. En el exilio Napoleón tendrá tiempo de meditar sobre su legado y de intentar rehabilitar su figura para la posteridad. Tras su muerte nacerá el "mito". Pero de esto hablaremos en clase.

jueves, 12 de noviembre de 2015

LA REVOLUCIÓN FRANCESA: ETAPAS Y CONSTITUCIONES. BALANCE.


Un esquema que sintetiza el desarrollo de la revolución francesa en sus diferentes etapas; se añade una breve síntesis con aquellos aspectos de las diferentes constituciones elaboradas en cada etapa. La etapa napoleónica, aunque no puede ser considerada propiamente dentro de la revolución, hemos de contemplarla como fase de consolidación de algunos de los cambios introducidos durante el proceso revolucionario.


Y la diapositiva con el BALANCE que podemos hacer de este proceso histórico:

EL DESARROLLO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

En este esquema se plantean, ordenadas cronológicamente, las diferentes etapas de la Revolución Francesa (1789-1799). Conviene distinguir no sólo las etapas, sino también los distintos "modelos o regímenes políticos" que se implantaron en cada una de ellas. Hay que examinar con atención el paso de la Monarquía Constitucional y Parlamentaria (Constitución de 1791) a la República Democrática (época de la Convención: Constitución democrática de 1793); y de ésta a la República senatorial del Directorio y el Consulado, que constituye una vuelta al "espíritu de 1791" (sufragio censitario, gobierno de la burguesía, igualdad legal pero no social, etc.), pero sin rey, ya que la monarquía había caido en el verano de 1792. El Directorio es una etapa de gran inestabilidad política (conspiraciones jacobinas y monárquicas) que consolidará el legado revolucionario en su versión conservadora y que hará posible el ascenso del ejército en la vida política de Francia, como único garante de la República y del orden público. Los éxitos militares en el exterior y la paz social en el interior (a costa de la represión del movimiento popular) acelerarán la llegada de Napoleón a la cúspide del poder politico en Francia. El golpe de estado que Napoleón da en el mes de Brumario de 1799 pone fin a una década de profundas transformaciones políticas, económicas y sociales. "La Revolución ha sido restaurada sobre los principios que la originaron, la revolución ha terminado (Napoleón)".